lunes, 9 de febrero de 2015

GRANADA

Nos encontramos en Granada. Ya hemos recorrido La Alpujarra, viajado en el tiempo por La Alhambra. Ahora recorreremos las calles, los monumentos, conoceremos algunas de las historias y leyendas de Granada.

Los orígenes de Granada se remontan a la tribu ibérica de los túrdulos, una de las más civilizadas de las primeras pobladoras de la Península Ibérica. Esta tribu fundó Granada con el nombre de Ihverir, que más tarde los romanos llamaron Iliberis.

Posteriormente los romanos la conquistaron en los siglos I al II a. C.y la convirtieron en municipio , llamándola tanto por su nombre ibérico Iliberis como por el nombre latino Florentia. 


Esta población romana ocupaba, principalmente, los actuales barrios de la Alcazaba y el Albayzín que se extendían hasta la colina de la Alhambra.

 De la época visigoda no se han conservado documentos de la población o sus costumbres,aunque sí monedas y medallas, lo que nos hace intuir que Granada siguió siendo la capital de la provincia,al igual que en la época romana; más aún cuando aumentó su poder militar y descendió la importancia de otras poblaciones del Imperio debido a la invasión de los bárbaros.

  Iliberis compartía asentamiento con Granata, que era más una barriada que una población autónoma, ocupada principalmente por judíos y que se alzaba en la frontera de la Alcazaba de Iliberis. 

La invasión musulmana de la Península Ibérica comenzó en el año 711 con la llegada de Tariq a las costas de Tarifa.

 Posteriomente, en el año 745, un destacamento rezagado del ejército musulmán procedente de Damasco, que había intervenido en la conquista de la Península Ibérica, se dirigió a Córdoba con la intención de reclamar el botín prometido por su participación.

 Pero llegaron tarde, el reparto había concluido, así que las autoridades cordobesas les ofrecieron un lugar alejado y situado en las estribaciones de una alejada sierra.

 Los sirios no tuvieron más remedio que aceptar, pero no imaginaban en qué convertirían aquella decisión, tomada con tan poco entusiasmo, con el paso de los siglos. 



Iliberis se convirtió en Elvira para los musulmanes, la cual fue destruida en 1010 y sus habitantes comenzaron a trasladarse al Albaicín.

 Zawi ben Ziri fue el fundador de la dinastía que erigió a Granada en reino independiente en 1013, los ziríes, que reinarían hasta 1238, cuando Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nasr, también llamado como Ibn al-Ahmar, fundó una nueva dinastía, la nazarí.

 Tras conquistar una vez más Granada, fueron la dinastía responsable de la construcción de la Alhambra, reinando hasta el 2 de Enero de 1492. Las tropas cristianas de Los Reyes Católicos entraron en la ciudad culminando la Reconquista, con la rendición de Boabdil, último de los reyes nazaríes.

 Tras la llegada de los cristianos a la ciudad, gran parte de la población musulmana emigró a África. 
 
 Los habitantes que quedaron en Granada se agruparon en torno a los barrios del Albayzín y la Alcazaba hasta la expulsión de los moriscos del reino de Granada entre 1568 y 1571, como consecuencia de las revueltas ocasionadas en la Alpujarra, último reducto musulmán del reino de Granada.

 Mientras, la ciudad se cristianizaba y reconstruía, manteniendo la importancia que tuvo durante la época musulmana.

 Granada se convirtió  en Arzobispado y se estableció la Real Chancillería. El Emperador Carlos V creó su universidad en 1526 y fijó aquí su Corte, en concreto se trasladó a la Alhambra, pero a cambio Granada empieza a perder aquellas raíces árabes frente al Renacimiento, al que posteriormente relevaría el Barroco.




El Siglo de Oro también deja su marca en Granada, convirtiéndola en una ciudad de una intensa actividad artística barroca. 
Multitud de edificios, iglesias, fachadas, lienzos, tallas... decoran todos los rincones de la ciudad en una explosión de creatividad, como si supiera que llega el momento de decir adiós a aquellos momentos de esplendor del pasado.


 Durante el siglo XIX, no sólo se paralizó el crecimiento de la ciudad, sino que con la llegada de la ocupación francesa, la Alhambra estuvo a punto de ser destruida y sufrió la voladura de algunos de sus edificios. Se robaron numerosas obras de arte de la ciudad y a cambio apenas se levantaron construcciones de algún valor artístico.

 Distintas revoluciones y revueltas producidas hasta finales del siglo XIX continúan con la destrucción del patrimonio granadino.
 Durante la Guerra Civil, Granada no sufrió grandes daños en lo que a su patrimonio se refiere, a pesar de que los pueblos de su alrededor y la capital se encontraban en bandos contrarios.


 La  Iglesia de Santo Domingo, es una mezcla de estilos entre los que se encuentran el barroco, el gótico y el renacentista.


  Se comenzó a construir en 1512 y se encuentra en el Monasterio de Santa Cruz el Real.

 Lo más destacable es su pórtico con 3 arcos que recuerda a la fachada de la Catedral de Granada, aunque salvando las distancias.



Y ahora visitaremos la Catedral. 

La entrada para discapacitados y niños menores de diez años es gratuita. 

Aquí dejo el enlace para ampliar información sobre precios y horarios.

http://www.granadadirect.com/monumentos/catedral-granada/
   Situada en pleno centro de Granada y con entrada por la Gran Vía, la catedral está considerada como la primera iglesia renacentista de España.


  Fundada el 21 de mayo de 1492 por voluntad de los Reyes Católicos, su proyecto fue hecho por los mismos maestros que la Capilla Real en 1505, comenzándose las obras en 1518 conforme al modelo gótico de la catedral de Toledo.

 La inmensa catedral de Granada marcó desde el segundo tercio del s. XVI el camino ejemplar de todas las nuevas iglesias metropolitanas que tras ella se erigieron.



En 1518 las obras fueron encomendadas al arquitecto Diego de Siloé que creó la fórmula de adaptación a las dimensiones y plantas anteriores, diseñó una nueva traza del templo, de estilo renacimiento español, finalizando en 1704. 

 Diego de Siloé consiguió convencer al reacio Emperador Carlos V de las posibilidades de vivir la espiritualidad cristiana dentro de una arquitectura pagana, heredada de griegos y romanos.


 La fachada principal, es una magistral obra barroca trazada por Alonso Cano en 1667 que la organiza en tres espectaculares arcos con casetones que recuerdan los de la capilla mayor e, incluso, los arcos de triunfo romanos.

 De las dos torres proyectadas por Siloé, solo se inició la construcción de una, quedándose en 57 metros de alto en lugar de los 81 previstos. Fue Felipe II quien, ante los terremotos frecuentes en la zona, mandó detener las obras de dicha torre.



   En la fachada que da a calle Cárcel encontramos dos puertas, destacando la del Perdón, obra escultórica maestra de Siloé.

 En cuanto al interior del templo, de estilo renacentista, alzado sobre planta gótica, de cinco naves, destaca la Capilla Mayor, una de las obras más bellas y atrevidas de la arquitectura universal en la que se encuentran las estatuas rezando de los Reyes Católicos.



  Los muros altos están decorados con vidrieras muy bellas, algunas traídas especialmente desde Flandes.

 En la Sacristía, el principal tesoro es un Crucifijo de tamaño natural de Martínez Montañes y bajo él se guarda una de las más preciadas joyas del arte español: la Inmaculada.
Se trata de una pequeña escultura barroca granadina realizada en 1656 por Alonso Cano. 



 La Capilla real esta unida y comunicada con otros importantes edificios como la Lonja, la Catedral y la Iglesia del Sagrario.

 Fue edificada sobre el antiguo solar de la Mezquita Mayor de la que sólo queda un pequeño algibe en el lado derecho de su portada.
 Por Real Cédula de 13 de septiembre de 1504 y con el objetivo de convertirla en mausoleo de la nueva dinastía.
 Este objetivo no se cumplió ya que Carlos V lo sustituiría por la Catedral y posteriormente Felipe II se decidiría por El Escorial. 

Es una obra maestra de la arquitectura conmemorativa gótica, trazada por Enrique Egas 1506 - 1517, siguiendo los deseos de austeridad de la reina Isabel. 



 Construida en varias etapas como se vislumbra por los estilos que en ella se aunan: gótico -fábrica y ornamentación-, renacimiento -sepulcros- y el arte granadino del XVII y XVIII -Capilla de la Santa Cruz-. 

En ellas se dieron cita los más importantes artistas del momento: E. Egas, Domenico Fancelli y Bartolomé Ordoñez (sepulturas), Bartolomé de Jaén (la reja), Felipe Bigarny, Alonso Berruguete y Jacobo Florentino (el retablo Mayor y de la Santa Cruz), Machuca, Siloe, Francisco Díaz del Rivero y Alonso de Mena.

 De planta rectangular y cabecera poligonal, donde en alto se ubica la Capilla Mayor y cuatro capillas laterales.



 Se cubre con bóvedas nervadas adornadas con florones dorados. Cuatro portadas la ponen en comunicación con la Catedral, Iglesia del Sagrario, Sacristía y calle Oficios. La portada del Sagrario, a pesar de su tardía realización 1529, es gótica.

 La forma un arco trilobolado decorado con grutescos y follaje y en la jambas las esculturas de San Pedro y San Pablo, del escultor Jorge Fernández.

 La portada de la Sacristía es de arco carpanel, coronada por el grupo escultórico de la Anunciación, de Jacobo Florentino.



 La Portada que comunica con el crucero de la Catedral era la principal.

 El vano de entrada, abocinado, es de arco de medio punto enmarcado por arquivoltas en las que aparecen las esculturas de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista, bajo cuya colaboración se fundó la Capilla Real y otras de 6 apóstoles.


  Sobre el arco y cobijado en arco conopial aparecen los escudos de los Reyes Católicos y las divisas el yugo y las flechas. Flanquean la portada haces de columnillas que albergan, bajo doselete y sobre pedestal, dos heraldos.

 Se remata el conjunto con el grupo escultórico de la Adoración de los Reyes, San Jorge y Santiago.
 La única portada exterior que abre a la calle Oficios, realizada en 1526, es renacentista.
 El cuerpo inferior, rehecho en el XVIII presenta arco de medio punto enmarcado por pilastras canjeadas que albergan esculturas.


 Tres hornacinas en el superior acogen las figuras de la Virgen y los Santos Juanes. La Reja plateresca, realizada entre 1518 y 1523 por Bartolomé de Jaén, es considerada como obra maestra de la rejería española. 

Se estructura, a modo de retablo, en tres cuerpos cuyas dimensiones disminuyen en altura, cinco calles y crestería, donde sobresalen el grupo del Calvario y escenas de la Pasión de Cristo.

 Los sepulcros de los Reyes Católicos y de su hija, Juana la Loca y Felipe el Hermoso, suponen la introducción del estilo renacentista en la Capilla Real.
 
  El sepulcro de los Reyes Católicos fue realizado por el italiano Domenico Fancelli, en mármol de Carrara. 

Tiene forma tronco piramidal, albergando en sus paredes relieves y esculturas que representan escenas del Bautismo, Resurrección, Santos y elementos ornamentales propios del Renacimiento: grifos, guirnaldas, mascarones y emblemas.

 Encima las figuras yacentes de los Reyes Católicos, idealizadas, aunque el rostro de D. Fernando presenta rasgos más realistas, de retrato.



 Los sepulcros de Juana La Loca y Felipe El Hermoso los realizó el español, formado en Italia, Bartolomé Ordoñez.
 Su estructura es similar al anterior.
 El Retablo Mayor, obra de Felipe Bigarny y Alonso Berruguete, es renacentista aunque con recuerdos góticos. Se estructura en sotobanco, banco, dos cuerpos, cinco calles y ático.

 Los relieves de la parte inferior el sotobanco representan escenas de la historia de Granada: entrega de las llaves de la ciudad, bautismo de los moriscos, etc. En el resto aparecen escenas de la vida de Cristo, de los santos Juanes y Evangelistas.
 
  La Sacristía, de planta rectangular y bóveda de arista, alberga un importante museo cuyos fondos los constituyen el legado de la Reina Isabel: joyas, reliquias, ornamentos, libros, tapices y pinturas; destacando la corona y cetro de la reina y las numerosas tablas flamencas, entre ellas las pertenecientes a R. Van der Weiden, TH Bouts y H. Menling.

 La Capilla Real fue declarada Monumento Histórico Artístico el 19/05/1884, teniendo la consideración de B.I.C. (Bien de Interés Cultural)


  El Convento de Santa Catalina de Zafra se encuentra situado en la Carrera de Darro muy cerca de los Baños del Nogal.

 Este convento fue construido en 1540 con la financiación de la la viuda de Hernando de Zafra, quien fuera secretario de los Reyes Católicos.



  Destaca su gran fachada blanca y la portada de piedra renacentista de la iglesia, donde se alza una escultura de Santa Catalina, acompañada por los escudos familiares. 

En su interior encontramos pinturas de Bocanegra y José Risueño.
 De éste ultimo también se pueden apreciar esculturas, además de las creaciones plásticas de José de Mora.

 El convento de monjas dominicas, conserva en su interior una casa morisca del siglo XIV destacando su patio decorado con elementos nazaríes  y una alberca en el centro.


 Saliendo de la Plaza Nueva y teniendo la Alhambra a nuestra derecha, encontramos uno de los paseos más famosos de la ciudad. 

 Este se extiende a lo largo del Río Darro a los pies de la Alhambra que se sitúa en el margen contrario y desde dicho paseo parten todas las calles que nos llevan al Albaycin y separando ambos, a saber, de un lado del río, el Albayzín y del otro la Alhambra.



A lo largo de la Carrera del Darro vamos encontrando diversos edificios y palacios cuyos orígenes datan del siglo XVI.

Estos edificios en la margen izquierda según caminas desde la Plaza Nueva, porque en la derecha encontraremos dos puentes de ladrillo que cruzan el río. Podemos cruzarlos y admirar los bonitos edificios de la otra orilla.


Cuesta de alhacaba o Cuesta la Cava(sic)
 En esta calle encontramos  los Baños del Nogal y a lo largo de la misma  artistas callejeros y numerosas tiendas de recuerdos y productos típicos de Granadas así como lugares especiales para tapear.

 Una curiosidad reside en pedir una bebida, junto a ella nos servirán alguna  tapa o cosita para picar.

 Finaliza la calle en el Paseo de los Tristes en el que podemos continuar el paseo por la ciudad de Granada.


  La Casa de Castril  se encuentra en la carrera de Darro,casi desembocando en el Paseo de los Tristes, en pleno barrio del Albaicín.

 Se trata de un bello palacio renacentista con portada plateresca donde destaca un escudo de armas y varios símbolos esculpidos en ella, además de un curioso balcón ciego sobre el que se lee una inscripción: “Esperándola del cielo”.

Esta frase tiene que ver con la leyenda de la Dama Blanca de Castril que luego os contaré. Hoy es el Museo Arqueológico y Etnológico Provincial.


 La Casa de Castril fue edificada sobre los cimientos de un antiguo palacio árabe terminando su construcción en 1539.

Tras la rendición de Granada ante los Reyes Católicos, éstos quisieron compensar a su secretario, Hernando de Zafra, con la concesión del Señorío de Castril y el permiso para que construyera su casa mirando hacia la Alhambra, la fortaleza en cuya conquista había participado.

 Hernando de Zafra no llegó a utilizar ese permiso, pero sí lo haría un nieto suyo llamado igual en el año 1539.


La Casa de Castril es un ejemplo del lujoso estilo renacentista español. Su diseño se atribuye a Sebastián de Alcántara, uno de los grandes discípulos de Diego de Siloé cuando no al propio Diego de Siloé.

 El palacete está situado en el antiguo barrio árabe de Ajsaris, en donde fueron asentándose con el tiempo los nobles que llegaban a Granada.

La fachada, hermosamente trabajada muestra también el escudo de la familia de Zafra, en el que dos ángeles coronados muestran la Torre de Comares con sus celosías originales, dando fe así de la participación de Hernando de Zafra en la conquista de la Alhambra.


Lo que llama la atención es un balcón esquinado en la segunda planta que aparece cegado. Encima de él, el lema 'Esperándola  del cielo', una posible alusión a la leyenda de esta casa.


 Esa leyenda señala que Hernando de Zafra era hombre de muy mal humor que se enemistó rápidamente con todos los granadinos por su trato despectivo y su desprecio a los demás. Viudo, Hernando de Zafra vivía con su hija Elvira, una muchacha de entre 15 y 18 años que se había enamorado del hijo de una familia enemiga de los Zafra.

La leyenda, que dio lugar a numerosos relatos románticos en el siglo XIX, narra que, estando en su habitación Elvira con su amante una noche, llegó su padre de la calle. Un pajecillo que servía a la familia corrió a avisarles.

 El amante, Alfonso de Quintanilla, logró huir por el balcón cuando en la habitación irrumpió Hernando de Zafra y descubrió a su hija medio desnuda acompañada por el pajecillo. Al verse sorprendida, la chica se desmayó.

Hernando de Zafra se llenó de cólera y, equivocadamente, creyó que quien había llevado a la deshonra a su casa era el paje, de nombre Luisillo. El iracundo padre llamó a uno de sus criados y le ordenó que ejecutara allí mismo al paje ahorcándolo desde el balcón de la casa.

 Luisillo suplicó por su vida y dijo que todo aquello era un error. Luego pidió justicia divina. "Colgado quedarás, esperándola del cielo", de diría Hernando de Zafra.



Una vez ejecutado el muchacho, el dueño de la casa ordenó tapiar el balcón de su hija para que ésta no volviera a ver la luz del día y, con tremenda ironía, hizo esculpir la inscripción 'Esperándola del cielo' encima del balcón como aviso a todos los que trataran de pretender a Elvira.

 La leyenda añade que la muchacha, desesperada por su encierro, decidió suicidarse envenenándose.

Parece la replica de la historia de Romeo y Julieta o la de los Amantes de Teruel, ¿verdad?.




No concluye ahí la historia. La leyenda granadina asegura que Hernando de Zafra no descansó en paz ni con su muerte.

 El día en que expiró se desató en Granada tal tromba de agua que, cuando el féretro era trasladado para su entierro, el río Darro se desbordó y arrastró el féretro mientras los porteadores luchaban por sus respectivas vidas.

 El tercer señor del Señorío de Castril no llegaría a recibir sepultura jamás.



Seguiremos con nuestro paseo, recorriendo calles, encontrando fachadas y casas de aquellos tiempos...iglesias....

Y llegamos a la iglesia de Santa Ana, levantada a partir de 1537 sobre la antigua mezquita Almanzora. 

 Posee la más bella torre mudéjar de la ciudad y la portada renacentista trazada por Sebastián de Alcántara, discípulo de Diego de Siloe, que refleja la preeminencia de la iglesia institucional sobre un espacio de culto concebido para el adoctrinamiento de los moriscos.



Es uno de los más destacados templos del mudéjar granadino. 

  Este valor se debe a múltiples factores: los elementos técnicos, como el ladrillo y las excelentes armaduras de madera; la regularización de su planta de una sola nave, con capillas entre contrafuertes y presbiterio de gran desarrollo; la riqueza de su patrimonio artístico.



  Calles y callejuelas repletas de historia, es tiempo de darnos un buen baño...

 El baño árabe o hammam tiene su origen en los baños griegos y romanos que los conquistadores árabes encontraron en Siria.

Los árabes adaptaron y dotaron al baño de significado religioso y se hizo frecuente que fuese un anexo a la mezquita para cumplir con las leyes islámicas de higiene y purificación.

Mientras que los baños romanos eran grandes edificios, los árabes preferían tener pequeños baños en muchos puntos de la ciudad. En ambos casos se convirtieron también en lugares de socialización.




 Junto a la Carrera del Darro se conserva el baño de Nogal llamado también Hamman al Yauzá o Bañuelo, baños árabes de época del rey zirí Badis Ibn Habus del siglo XI.

 Constituye uno de los mejores ejemplos conservados de toda España y su planta deja sentir la influencia de las termas romanas. 


   Los Baños del Nogal son, de los 21 baños que hubo en Granada, siendo la edificación civil más antigua de la ciudad.

La casa de los Baños fue remodelada en la época cristiana haciendo que el patio comunique con la vivienda primitiva del guardián y constituyendo este la entrada principal.


 Junto a un patio que sirve de entrada, se dispone una primera estancia rectangular que funcionaba como sala fría.

 Seguida por otra cuadrada de mayores dimensiones, con arquerías de herradura en tres de sus lados, correspondientes con la sala templada.


  Finalmente, otra habitación rectangular provista de dos espacios, donde se ubicaban las bañeras de agua, era la sala caliente; adyacente a ésta última se hallaba la caldera del baño, un hipocausto subterráneo que servía para calentar la sala, que contenía a su vez dos pilas con agua.


    Cabe destacar la decoración interior, a base de columnas, capiteles, zócalos pintados, suelos de mármol y bóvedas horadadas con lucernas estrelladas que permitían la perfecta ventilación del baño. 



Las columnas fueron reaprovechadas de épocas anteriores, concretamente, de los periodos romano y visigodo.

 Aparte de los baños privados, los públicos o hammanes tenían un claro sentido cívico y religioso. Los habitantes del barrio acudían a lavarse, cuidarse el cuerpo y compartir conversación.



Y llegamos a la Plaza Nueva, aquí la calle se ensancha pero se mantienen las callejuelas y rincones con encanto.

A pesar de su nombre, la Plaza Nueva es la plaza más antigua de Granada y hoy en día es el lugar más bullicioso y donde más ambiente puedes encontrar.

Se encuentra a los pies del Albaycín por un lado y de La Alhambra por otro por lo que es un lugar especial para comenzar cualquier visita a Granada.


Su construcción comenzó en 1499 cuando se decidió ensanchar un puente de la época nazarí para crear un espacio abierto que no alcanzó su forma rectangular actual hasta 1516 aunque ha sufrido diversas remodelaciones hasta llegar al aspecto actual de la misma.



En ella, además de las características terrazas, también hay edificios muy importantes, como el Palacio de la Real Chancillería, un órgano judicial creado por Isabel la Católica y que actualmente es sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. 

Desde esta plaza parte además la célebre Cuesta de Gomérez que te lleva hasta la Alhambra en un paseo muy interesante.


El Albaicin se encuentra situado a una altitud de 700 a 800 m sobre el nivel del mar.
 Se trata de un barrio histórico y es el mas antiguo de la cuidad de Granada, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, incluye toda la colina comprendida entre la calle de Elvira, la Plaza Nueva y la Carrera del Darro hasta San Cristóbal.

 En la etapa islámica, el actual Albayzín era un conjunto de diferentes núcleos urbanos independientes y no fue hasta la era moderna cuando alcanzo su actual concepción unitaria.


En tiempos de los árabes este barrio fue junto con el de la Alcazaba, el núcleo donde se concentraba la población.

 Aunque los hallazgos arqueológicos, entre los que se encuentra la muralla ibérica, evidencian que fue uno de los lugares habitados desde la antigüedad.

 En cualquier caso, la cantidad de monumentos que surgen de sus callejuelas, como mezquitas, aljibes y fuentes públicas demuestran que fue una de las zonas más pobladas de Granada.


 Este barrio abarca desde las murallas de la Alcazaba hasta el cerro de San Miguel, y, por el otro lado, desde la Puerta de Guadix hasta la Alcazaba.

 Esta situación privilegiada lo convierte en uno de los lugares más pintorescos de la ciudad.


El origen de su nombre todavía está claro aunque algunos autores piensan que alude a los habitantes hispano musulmanes de Baeza (al-Bayyasin), que ocuparon la ciudad hacia el año 1227.

 Otras teorías apuntan que Albaicín puede traducirse como Barrio de los halconeros, o Barrio de la cuesta, como sostiene el autor musulmán Aben Aljatib. 


La historia del Albaicín cobra protagonismo cuando a partir del siglo VIII se instalan sus nuevos habitantes árabes. Parece ser que fue entonces cuando se construye la primera fortaleza, conocida con el tiempo como Alcazaba Qadima o vieja.

 La Plaza de San Nicolás constituía su centro y sus murallas se extendían desde la Plaza de Bibalbonud (hoy placeta del Abad), hasta la del Cristo de la Azucena.

Plaza Larga
  Un siglo después, hacia mediados del IX, las luchas entre árabes, mozárabes y muladíes provocaron su decadencia, hasta que en el siglo XI recuperó su brío con la dinastía Zirí.

 En esta época volvieron a ampliarse los límites del Albaicín hasta la Puerta de Monaita y San Juan de los Reyes para enlazar con la Puerta de Bibalbonud. 

En el siglo XIII, Alhamar, fundador de la dinastía nazarí, decidió trasladarse a la colina de la Alhambra.



De este modo la Alcazaba Qadima dejó de ser centro de poder. 

A pesar de todos estos cambios, esta zona continúo siendo uno de los centros neurálgicos de la ciudad, tanto desde el punto de vista administrativo como económico.


 Por otra parte, también se caracterizó por ser un foco de numerosas revueltas contra el poder.

 En estos tiempos fue lugar de residencia de artesanos, industriales y aristócratas.



Con la Reconquista fue  perdiendo progresivamente su esplendor.

 Al principio se construyeron iglesias y se instaló allí la Cancillería pero una serie de circunstancias como la subida de impuestos provocaron un levantamiento entre sus pobladores. 

Los enfrentamientos fueron a más y progresivamente comenzaron a construirse parroquias sobre las antiguas mezquitas. 

En tiempos de Felipe II tras la rebelión y posterior expulsión de los moriscos, el barrio se quedó cada vez más despoblado.




En la actualidad, esta zona conserva el encanto de la historia.

 El interior de sus casas es una prueba más del legado árabe, en medio de sus calles estrechas y laberínticas se levantan pequeñas viviendas con sus valcones repletos de flores.




En el Albaycín abundan los cármenes, que son casas con jardín, típicamente granadinas y los torreones mudéjares.


Plaza Larga
Aún se conservan restos de mezquitas, alminares, aljibes hispano-musulmanes y sobretodo un regusto muy andalusí y una cotidaneidad bulliciosa y alegre.

Una recomendaciòn golosa:
 En la Plaza Larga y en una de sus esquinas encontraremos una pastelerïa donde podremos comprar un dulce típico del Albayzín : LOS PIONONOS; unos pastelitos realmente deliciosos.

A pesar del abandono, hubo un momento en que los románticos lograron en parte su recuperación, pero esta circunstancia no pudo evitar su deterioro. En 1994 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.


Las plazas de Porras, del Cristo de las Azucenas y de San Miguel Bajo son algunas de las plazas que podremos encontrar en nuestro recorrido de descubrimiento del Albayzín.



Desde los miradores de San Nicolás y San Cristóbal tendremos unas magníficas vistas de Granada y la Alhambra.




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