lunes, 16 de febrero de 2015

GRANADA : LA ALHAMBRA Y LOS PALACIOS NAZARÍES

 Estamos en Granada. Vamos a dividir la visita en tres partes, ya que seria un post demasiado largo. Para empezar, después de visitar La Alpujarra, a la que dedicamos un post anterior, que menos que dedicar un día a recorrer La Alhambra.

Pasear por sus jardines, contemplar su maravilloso trabajo arquitectónico y retroceder en el tiempo. Todo esto y más para deleite de los sentidos, lo podremos encontrar en esta obra declarada Patrimonio Mundial de la Unesco.

Las entradas a la Alhambra son limitadas con lo que es necesario comprarlas anticipadamente, importante destacar que ofrecen descuentos para discapacitados previa presentación del documento que lo acredite, así mismo también los hay para estudiantes y niños.

Aquí dejo el enlace para más información:

http://www.alhambradegranada.org/es/info/ventadeentradasalhambra.asp 




 La Alhambra se encuentra situada sobre una colina rocosa, la más alta que rodea Granada. Un cerro de difícil acceso llamado La Sabika, de San Pedro o la Colina Roja, (nombre dado por el color de su tierra) en los márgenes del río Darro, rodeada de bosque y protegida por las montañas. 

 En el lugar, anteriormente, ya había una construcción de época zirí. Una fortaleza muy antigua, tal vez del s. IX.

Se trata de un magnífico castillo que se alza imponente con unas inmensas murallas que ocultan la belleza y delicadeza de su interior. Los trabajos de arquitectura, su decoración, los jardines...una obra maestra que, a simple vista no parace vaya a sorprender.
 
 Frente a ella... los barrios del Albayzín y el Sacromonte, siendo unos de los barrios más antiguos de la ciudad de Granada.

La Alhambra debe su nombre al color rojizo de sus murallas. El primer rey de la dinastía nazarí, llamado Alhamar, comenzó a construirla allá por el año 1.239.

Su nombre no está muy claro. Unos creen que es debido a que fue construida de  noche bajo el foco de las antorchas. Otros dicen que es el femenino del nombre su constructor -ALHAMAR- y por tanto se llamaría LA ROJA, esposa de Alhamar.

 Son tantas las leyendas que mueven e inspiran este monumento, icono del reinado árabe en la Península...
 


Se trata de una ciudadela por cuanto dentro de su recinto existía una auténtica ciudad con todos los medios necesarios.

 No obstante, hay que considerarla como una ciudad para la realeza, insertada y a al vez separada, de la propia ciudad o medina de Granada.

 Podríamos decir que era como una ciudad privada, exclusiva de alguna manera, para la corte y sus allegados.


Como vemos tiene forma alargada y bastante irregular ya que debe adaptarse a las irregularidades del monte de la Sabika. Su longitud es de 740 m. y su anchura varía entre los 180 y los 40 metros.

Tomémonos nuestro tiempo en visitarla, aquí no sirven las prisas, regocijarse en este viaje al pasado es lo que se impone.


 Está rodeada por una muralla, que es doble en algunas zonas, con 27 torres que tenían diversas funciones.

 La mayoría servían para la defensa, pero otras servían de viviendas.

 Incluso algunas de ellas eran auténticos palacios.


   Se podía acceder a ella por cuatro puertas: Puerta de las Armas, en la Alcazaba; puerta del Arrabal en la Torre de los Picos; la puerta de Siete Suelos al sur y la puerta de la Justicia o Explanada, también al sur.

 De la puerta de la Justicia hablaremos más adelante ya que de ella hay historias y leyendas. Aquí podemos ver su parte interior.



 Aquí aparece otra de las puertas, en este caso una puerta interior.

  Parece que la puerta interior, la del Vino es una de las construcciones más antiguas de la Alhambra, quizás de la época de Mohamed II.



 Desde 1556, los vecinos de la Alhambra depositaban en esta puerta el vino que consumían y que estaba exento de impuestos, lo que explica de donde proviene el nombre de la puerta.
 Aunque existe otra teoría que dice que su nombre proviene de una simple equivocación, una confusión entre las palabras «Bib al-hamra'» (Puerta Roja o Puerta de la Alhambra), que se supone el nombre original de la puerta, y «Bib al-jamra» (Puerta del Vino), lo cual también probaría que ésta era la puerta que permitía el acceso a la Alhambra alta. 

La fachada exterior de la puerta es la más antigua, posee un arco de herradura apuntado y dovelas rebajadas en relieve.

 En su dintel aparece un símbolo, una llave con un cordón, y un tablero de escayola que reza: «Gloria a nuestro Señor el Sultan Abu 'Abd Allah al-Gani Billah» (Mohamed V). Posee esta fachada un balcón gemelo, al igual que la fachada posterior, de más moderna construcción.


 En la fachada posterior podemos admirar un arco con enjutas guarnecidas de decoración polícroma de ladrillo.
 Sobre el arco, aparece un dintel adovelado que sirve de apoyo al segundo cuerpo, donde se encuentra en balcón gemelo anteriormente mencionado y en el que se puede leer en el cruce de sus arcos "Sólo Dios es vencedor" junto al escudo de los reyes nazaríes. 

Concebida como zona militar al principio, la Alhambra pasa a ser residencia real y de la corte de Granada, a mediados del s XIII. 
Tras el establecimiento del reino nazarí y la construcción del primer palacio por el rey fundador Mohammed ibn Yusuf ben Nasr, más conocido por Alhamar.

  A lo largo de los s. XIII, XIV y XV, la fortaleza se convierte en una ciudadela de altas murallas y torres defensivas:

 La Alcazaba o fortaleza militar, cuartel de la guardia real, La Medina o ciudad comercial al servicio de la corte,donde también se encuentran los Palacios Nazaríes para el sultán y los Jardines del Generalife y otros palacios ahora desaparecidos que eran para el recreo y distracción junto con las casas de nobles y plebeyos que allí habitaron.


   El mayor esplendor de la Alhambra se da a partir del siglo XIII con los monarcas nazaríes, que la convierten en residencia real.

 En ese siglo se acometen grandes reformas y obras, como construcción de los Baños, el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca, el famoso Patio de los Leones y dependencias anexas.


   A lo largo de los siglos XIV y XV los soberanos granadinos Mohamed I, Yusuf I y Mohamed V, fundamentalmente en el siglo XIV erigieron esta obra cumbre del refinamiento musulmán de Al-Andalus en la colina de al-Hamra, creando caminos de agua para dar vida a los jardines, construyendo un lugar de belleza sin par.


 La ciudadela o Medina contaba con varios baños públicos, hornos, talleres, silos, cisternas y como no, las casas de los altos funcionarios, de los empleados y de los sirvientes de la corte.
  A consecuencia de la guerra de la Independencia contra la invasión francesa a principios del siglo XIX, los edificios quedaron en ruinas, como sucedió desgraciadamente en muchos monumentos españoles.

 Parte de la muralla y sus torres tuvieron que ser reconstruidas casi por completo.



En las construcciones, el núcleo de las zonas habitables musulmanas se ordena alrededor de patios.

 Por eso, los edificios palaciegos se distribuyen alrededor de patios yuxtapuestos.


 Hay tres patios de ejes paralelos en la Alhambra:

 El Patio de Machuca, el del cuarto Dorado y el de Comares (también conocido como de los Arrayanes o de la Alberca).
 
  El Patio de Comares es de grandes dimensiones con arquerías en sus lados menores, paredes lisas laterales con puertas y ventanas ajimezadas con paños de escayola encuadrados por alfices, con sebka y atauriques.


  En dirección a la sala de Comares bajo la torre del mismo nombre se atraviesa la sala de la Barca con alcobas en los extremos.


El torreón de Comares es exteriormente un sobrio baluarte defensivo de gruesos muros que, sin embargo, alberga la delicada sala de Comares o de los Embajadores.




  Es una sala cuadrada con cúpula de madera de cedro de simbolismo cósmico.

 En sus lados, menos en el de acceso, se crearon a su vez tres habitaciones practicadas en los gruesos muros de la torre. Una de ellas se considera el solio del sultán Yusuf I.




 El Generalife fue construido por Mohamed VII fuera del recinto de la Alhambra como finca agropecuaria emplazada en una de las laderas del cercano Cerro del Sol.


 

Las dependencias del Generalife se establecían alrededor del famoso patio o jardín de la Acequia.

Al norte de este patio se conserva el núcleo palatino más importante del Generalife. 

Se abre mediante pórtico de cinco arcos, más ancho el central y contiene dos alcobas laterales y torre interior.



  El Generalife era la casa de recreo de los sultanes de Granada, rodeada de huertos y jardines, estos últimos de reciente creación, junto con el anfiteatro a la entrada.


  El nombre, de dudosa procedencia, parece provenir del árabe Yanat- al- Arif o Jardín del Arquitecto, en un claro simbolismo poético-religioso que alude a Dios, Al-lah, como arquitecto, creador del Universo.


   El Generalife de Granada se encuentra sobre la colina llamada Cerro del Sol, colindante con la de la Alhambra.

 En sus orígenes debió ser una mansión de recreo del arquitecto, por lo que apunta la etimología, y más tarde pasó al patrimonio real, sufriendo las remodelaciones que se aprecian en su conjunto


 Merece la pena subir hasta la Escalera del Agua, sobre todo en verano, para dejar escapar entre los dedos el agua clara y fría que corre por los pasamanos.



 El Generalife está integrado por unos amplios jardines donde cada rincón depara una novedad, una agradable sorpresa para la vista, por una edificación reducida al mínimo de dependencias.


 Algunas dependencias del Generalife de Granada son obra de manos cristianas, construidas posteriormente, como la galería de poniente y el edificio que cierra a oriente, el cuerpo de dos plantas que se levanta en el testero septentrional.



  Algo semejante sucede con las partes ajardinadas, con una diferencia: aquí lo añadido mejora lo antiguo y no lo deforma, como ocurre en el Patio de la Acequia.
 
  Este Patio es el verdadero corazón de la Huerta del Generalife.

 Aquí la sensualidad arábiga se adelgaza y espiritualiza. 


Lo más bonito del Generalife es contemplar cómo el agua se convierte en una parte esencial de su belleza y disfrutar de sus continuos juegos con la luz, el sonido y las plantas.


   En época cristiana, siglo XVI, se le añadió el Palacio imperial de Carlos V, de estilo renacentista.



  La belleza de este edificio queda en entredicho por su controvertida ubicación en medio de La Alhambra, de la que se ha convertido en museo.



A partir del siglo XVIII la Alhambra sufre un gran abandono, destruyéndose parte de ella durante la dominación francesa.


  El Palacio de Carlos V (que se construye después de la toma de la ciudad en 1492  por los Reyes Católicos) también está en la medina.

Es uno de los proyectos del emperador para la ciudad de Granada. 

La elección de la Alhambra para su construcción, demuestra la sensibilidad del rey ante la belleza de los palacios árabes y su interés por preservarlos para la Historia, denotando una  exquisita delicadeza y sabiduria.



  Diseñado por Pedro Machuca, el proyecto es originalísimo en el concepto, sobre todo por la inserción del patio circular porticado en el cubo externo y la armoniosa distribución de las fuerzas.

 Las fachadas son imponentes, siendo la principal, en la cara oeste, la más ornamentada y rica.




La construcción del palacio que empieza en 1533, se abandona años más tarde, habiendo perdido el interés de los reyes y estando ya la Corte plenamente establecida en Madrid. 

En estilo Renacimiento, el palacio representa la introducción del clasicismo italiano en la arquitectura civil española.


La torre del Cadí :

 Podemos llegar a esta torre, anteriormente llamada del Preso del siglo XVI y del paso de la Zorra de los siglos XVII y XVIII, subiendo el camino de ronda de la muralla.

 Esta torre, restaurada en 1924, está frente al callejón que lleva a la entrada primitiva del Generalife.



 La antigua fortaleza del siglo XIII cuyas murallas rodean la Alhambra es La Alcazaba y esta formada por gruesos muros con más de 20 torres salientes (Machuca, Comares, Peinador de la Reina...)
  Las primeras construcciones árabes datan de la época califal, posiblemente sobre restos de una fortificación romana.
 En el s XI, los ziríes amplían el recinto, al convertirse Granada en la capital de uno de los reinos de Taifas. Aún así, las construcciones principales datan de la época nazarí, s. XIII al XV.
 En el recinto se encuentran también algunos añadidos cristianos, como la redonda Torre del Cubo.

 En esta zona está la famosa Torre de la Vela, torre vigía desde donde se contempla una vista inigualable de la ciudad, la Vega y la Sierra Nevada. 

Las casas de los soldados han desaparecido y las mazmorras cerradas, pero se puede caminar por algunas torres, adarves y caminos de ronda. Restos de los baños, silos, cisternas, etc.

La torre de Armas, que ya era llamada así por los árabes, se sitúa en la muralla norte, formando ángulo con la muralla inferior de la Alcazaba. Por ella se comunicaba la Alhambra con la ciudad a través del barrio de la Almanzora.



 La entrada a la torre de Armas, más antigua que la de la Justicia a tenor de sus características, presenta un arco de herradura apuntado de ladrillo e impostas de piedra, guarnecido de festón con piezas vidriadas en blanco negro y verde.

 Existen dos arcos más del mismo tipo, el último de los cuales comunica con una nave dividida por arcos cuyas paredes presentan nuevos arcos que albergan asientos para la guardia. 

Otros dos arcos comunican con el adarve inferior de la Alcazaba y con la salida de la torre, que presenta dos nuevos arcos de herradura apuntados de ladrillo.





  Desde la plaza de los Aljibes entramos a este reciento por un portón de apertura moderna en el antemuro, pasando en dirección norte junto a la muralla oriental de la fortaleza, en la que se encuentran las torres del Homenaje, Quebrada y Adarguero (de la que solo queda la parte baja). 


  La torre del Homenaje, que ocupa el ángulo nororiental, es la más elevada de la fortaleza y en ella debió fijar su residencia Alhamar. Justo al final, adosada al antemuro, se encuentra la torre del Cubo.

 De forma semicircular y construida después de la reconquista, a la que podemos subir, para contemplar unas hermosas vistas sobre el Albayzín y el valle del Darro.


  En la Medina :

 Aquí podemos ver los cimientos de las construcciones así como la muralla desde el interior, los pasos de la ronda, almenas , merlones y una gran vista del Generalife desde la parte este.


 Los Palacios Nazaries son un conjunto palacial, residencia de los reyes de Granada.

 Lo empieza a construir el fundador de la dinastía, Alhamar, en el s XIII, aunque las edificaciones que han pervivido hasta nuestros días datan, principalmente, del s XIV. 

Estos palacios encierran entre sus muros el refinamiento y la delicadeza de los últimos gobernadores hispano-árabes de Al Andalus, los Nazaríes.







Son tres los palacios forman este recinto: 

El Mexuar, el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones

El concepto intimista del palacio real, cerrado a los ojos del curioso, armoniza la robustez de los paños exteriores con la fragilidad del interior, donde los elementos arquitectónicos se tornan puramente ornamentales.






La torre de Comares es la mayor de las torres existentes en la Alhambra, con una altura de 45 metros. 

Su nombre se debe a las vidrieras de colores de los balcones que iluminan la gran sala que ocupa el interior de la torre, denominadas «comarías».




 Entre los muros de la Sala de la Barca y los de la sala inmediata hay un estrecho pasadizo con dos puertas.

 La de la izquierda da paso a las habitaciones superiores del torreón, (el dormitorio de invierno del sultán y la salida a la terraza de la torre).


  La de la derecha nos permitirá llegar a una habitación con un nicho al fondo, con arco de herradura apuntado, decorado de ataurique.

 Dicha estancia fue un pequeño oratorio, de utilizaba exclusivamente el emir. 



 La torre tiene varias ventanas en sus cuatro fachadas, con gárgolas como las de la Torre de la Justicia y almenas a las que les añadieron remates piramidales en el siglo XVI.

 En el interior se encuentra el salón de los embajadores que es la sala más majestuosa de palacio, donde se encontraba el trono y se realizaban las recepciones oficiales.


 Se dice que en esta torre se celebró el Consejo en el que se acordó entregar Granada a los Reyes Católicos.

 Muchas son las leyendas que acompañan a La Alhambra.

 Cuentan que desde uno de sus balcones, la madre de Boabdil, al saber que su hijo estaba negociando con los cristianos la rendición, le dijo: «Mira lo que entregas y acuérdate de que todos tus antepasados murieron reyes de Granada y el reino muere en tí».


 También dice la leyenda que fue aquí donde Cristóbal Colón convence a los Reyes Católicos de su expedición a las Indias por Occidente que le llevó al descubrimiento de América el 12 de Octubre de 1492, donde la reina Isabel le ofrece a Colón sus joyas para financiar el viaje.


  Los materiales pobres con que se decoran los palacios ponen en evidencia la temporalidad de la construcción con respecto al cosmos, prueba de la transitoriedad del hombre.

Los patios, con continuas alusiones al jardín y con elementos de inspiración persa y musulmana, son el anticipo del paraíso, oasis del nómada, goce de los sentidos.


   El agua, elemento que da forma al palacio, aunando el jardín con la arquitectura, representa la pureza; agua cristalina que corre entre los mármoles de las fuentes; agua de vida que da riqueza y frescor al jardín, belleza estética, generosidad del sultán... todo un mundo lleno de símbolos y estímulos.


 El Patio de los Arrayanes se ha llamado de diversas formas a lo largo del tiempo. La actual denominación (al igual que la de Patio de los Mirtos) se debe a los macizos de arrayanes (o mirtos) cuyo color verde vivo contrasta con el piso de mármol blanco del patio, y que rodean al estanque central. 

También se le llamó Patio del Estanque o de la Alberca, precisamente por este estanque, de 34 metros por 7,10 metros, que divide el patio longitudinalmente y se abastece de agua gracias a dos pilas de mármol situadas en cada extremo. 




A ambos lados del patio se encuentran dos naves de aposentos y, en los lados menores, se levantan unos pórticos, sostenidos por columnas de capiteles cúbicos, de siete arcos semicirculares adornados con rombos calados e inscripciones de alabanza a Dios.

 El arco central es mayor que los otros seis, presenta enjutas macizas con decoración de ataurique y capiteles de mocárabes. 



  En la planta superior, sobre un corredor, encontramos una galería de seis arcos y dintel más elevado en el centro, con zapatas de madera, escalonadas y cubiertas de ataurique, con celosías de fines de siglo XIX.

 

 El Cuarto o Palacio de Comares constituía la residencia oficial del sultán.

 Está compuesto por un conjunto de dependencias agrupadas en torno al patio de los Arrayanes, con galerías porticadas en los extremos, situándose al norte la sala de la Barca y la sala de los Embajadores, que ocupa el interior de la Torre de Comares, desde donde se domina el valle del Darro. 

  La puerta de la izquierda de esta fachada nos lleva a una sala decorada con yeserías con friso de mozárabes y techo de lazo pintado en la época de los Reyes Católicos, con una inscripción que hace referencia a la toma de Granada.



  En el Patio de Arrayanes existen distintas habitaciones que han desaparecido pero de las que se han encontrado indicios que nos permiten saber que existieron.

El derribo de estas estancias ha hecho crecer la leyenda de que el emperador Carlos V destruyó el palacio de invierno de la Alhambra para edificar el suyo, aunque diversos estudiosos, si bien no se han puesto totalmente de acuerdo en qué era lo que había en aquellas habitaciones, sí coinciden en señalar que no existe ningún indicio de la existencia de ese palacio de invierno.


  
 Las naves laterales eran utilizadas como residencia de mujeres.

 En la planta baja existen varias puertas que conectan o conectaron con distintas dependencias.

 La decoración del patio en esta galería, excepto el zócalo de azulejos se rehizo durante el siglo XIX, adornándola como el pórtico opuesto.



 En este palacio el arte nazarí alcanza su máximo esplendor, en el que se alcanza una belleza de una sensibilidad y armonía incomparables, donde la luz, el agua, el colorido, la decoración exquisita, convierte a este palacio en una maravilloso placer para los sentidos.

En el que se deja atrás el periodo anterior de decoraciones más abstractas y geométricas para dar paso a un estilo más naturalista, sin duda influjo de lo cristiano, acrecentado por la amistad que mantuvieron Mohamed V y Pedro I el Cruel, por aquel entonces monarca cristiano.

 Cuando Mohamed V sucedió a su padre Yusuf I (1377) no se limitó a terminar las reformas que éste había comenzado, sino que comenzó a construir lo que sería su gran obra, el magnífico legado que nos dejó en la Alhambra: el Palacio de los Leones.



 El Palacio de los Leones se estructura en torno a dos núcleos de vivienda y dos espacios de representación, ambivalentes.

 De estos últimos, el primero en reconocerse es la Sala de los Mocárabes que debió servir de habitación vestibular o de recepción, al encontrarse próxima a la entrada principal del Palacio.



 Este palacio constituía las estancias privadas de la familia real y se construyó en el ángulo que forman los Baños y el Patio de los Arrayanes.

 El palacio está compuesto por un patio central rodeado de galerías de columnas a modo de claustro cristiano, que permite el acceso a distintas salas: al oeste la de los Mocárabes, al este la de los Reyes, al norte la de Dos Hermanas, Ajimeces y Mirador de Daraxa; al sur la de los Abencerrajes y el Harén.

 No hay ventanas que miren al exterior, pero sí hay un jardín interior como corresponde a la idea musulmana del paraíso.
 Lo que hoy es tierra en el patio, fue jardín. De cada sala fluyen 4 arroyos que van al centro: los 4 ríos del paraíso.



  Las columnas se unen con paños calados que dejan pasar la luz.

 Fustes cilíndricos muy delgados, anillos en la parte superior, capiteles cúbicos sobre los que corren inscripciones.

 Las planchas grises de plomo son amortiguadores para los terremotos. Los dos templetes que avanzan a los dos lados opuestos del patio son como un recuerdo de la tienda de campaña de los beduinos.

 Son de planta cuadrada, decorados con cúpulas de madera que se apoyan en pechinas de mocárabes. El alero es obra del siglo XIX. Toda la galería está techada con artesonado de lacería.


  Probablemente el espacio más afamado de la Alhambra gracias a su fuente central con doce leones del siglo X rodeada con galerías decoradas con estucos y estalactitas soportadas por delicadísimas columnas de mármol sea El Patio de los Leones.



Se trata de un recinto rectangular con dos pabellones adelantados en sus lados cortos.

 El patio de los leones, obra de 1377 (Mohamed V), pertenece al ámbito privado de la Casa Real Vieja de la Alhambra.
 
 A ella se accede por tres grandes arcos de mocárabes, ricamente decorados, que le sirven de iluminación y aireación, además de permitir desde el interior una bella perspectiva del patio. 

Su denominación procede de la bóveda que originalmente cubrió la estancia.

Esta bóveda debió ser de una extraordinaria riqueza decorativa y que, dada su fragilidad material, el yeso, sufrió de manera irreparable las consecuencias de la explosión de un cercano polvorín en 1590, siendo derribada y sustituida parcialmente por la que actualmente subsiste, en el siglo XVII, con motivo de una visita a Granada del Rey Felipe V.

Complementario a la Sala de los Mocárabes debió ser el retrete situado junto a ella, al que se accedía por la puerta frontera a la entrada del Palacio. 


 La sala de los Mocárabes es la más sencilla de todas las salas del Cuarto de los Leones. Se encuentra a la entrada antigua del palacio. 

Su nombre se debe a la bóveda de mocárabes que la cubría y que fue demolida debido al mal estado en que quedó tras la explosión de un polvorín en 1590.

 Se dividió la sala en dos partes: la parte izquierda se cubrió con una bóveda elíptica y se separó, sobre 1636, de la derecha con una reja.


  En sus paredes se pueden observar fajas de yeserías entre las que se encuentran el escudo y el lema nazarí.

 Desde 1863 se pueden observar los restos de la bóveda original. Pervive en parte otra cristiana de medio cañón en la que están señaladas la F y la I, pero no corresponden a las siglas de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, sino a Felipe V e Isabel de Farnesio que vinieron a la Alambra en 1729.

 Esta sala, situada justo al lado de la entrada medieval, pudo ser el zaguán de espera para los invitados del sultán en fiestas y recepciones. El acceso al Patio de los Leones se hace a través de tres arcos de mocárabes.


  Detrás de las galerías del lado oeste está la sala de los mocárabes y del lado opuesto está la sala de los Reyes (con pinturas antropomorfas de los diez reyes nazaríes en sus bóvedas).

 En el lado sur está la sala de Abencerrajes de forma cuadrada con cúpula decorada con de ricos mocárabes de yeso y tambor estrellado.




   El Harén era un espacio exclusivamente femenino.
 Un extraordinario mirador, abierto al patio por tres arcos, que tendría en su época una celosía, permitía la contemplación de las concubinas del mismo sin originales de esta sala, con un labrado extraordinario.

Al contrario de lo que popularmente se piensa que era un Harén, éste no es más que el hogar del mandatario, donde no hay recepciones oficiales, ni protocolo, en definitiva, donde el monarca desarrollaba su vida familiar dentro del palacio. Lejos queda la idea de que el Harén era donde el sultán mantenía a sus esposas alejadas del resto del mundo, constantemente vigiladas por una corte de eunucos, y donde sólo el sultán tenía el acceso permitido.


  Muy al contrario, la tradición dice que un día Mahoma se encontraba jugando con sus nietos, pero el profeta recibía muy a menudo y sin previo aviso visitas de amigos y fieles. 

Así que aquél día un grupo de fieles llegó a visitarlo sin avisar y descorrió la cortina tras la que Mahoma se revolcaba en el suelo con los niños.

 Parece ser que el sorprender al gran maestro en aquella actitud no fue del agrado ni del profeta ni de sus discípulos, por lo que, tras aquel incidente, Mahoma empezó a hablar a sus seguidores de que era necesario habilitar una parte de la casa para uso exclusivo de la familia, donde estuviese prohibida la entrada a los visitantes.

La Sala de los Reyes ocupa todo el lado oriental del patio.

 Llamado así por la pintura que ocupa la bóveda del cuarto central. Es la sala más larga del Harén, dividida en 3 cuartos iguales y dos pequeños que pudieran ser armarios, por su emplazamiento y falta de iluminación. Probablemente destinada a fiestas familiares. 

Esta sala se la denomina de los Reyes por el tema de una pintura que podemos observar en la cúpula central. También se la llamó de la Justicia y del Tribunal a partir del siglo XVIII.

Se accede a ella desde la cabecera del Patio de los Leones por tres pórticos con arcos triples de mocárabes y decorados con rombos calados, sostenidos por finas columnas.


  Por su disposición, la sala queda dividida en siete partes: tres habitaciones cuadradas, separadas por dos tramos rectangulares y alcobas en los extremos.

 En las habitaciones cuadradas se observan cúpulas de mocárabes y se accede a los tramos rectangulares que las separan a través de arcos dobles, tramos que también poseen bóvedas de mocárabes, al igual que las alcobas.

 Toda esta distribución y decorados realzan la luz que penetra en la sala, en la que se contrasta la pesadez de los arcos con la delicada ornamentación de sus muros, compuesta por inscripciones, así como por un zócalo de alicatados que rodeaba la sala, del que sólo quedan dos fragmentos.



 Al salir de los Palacios Nazaríes, están los Jardines del Partal, con la famosa Torre de las Damas y el enorme estanque que hasta hace poco estuvo guardado por dos majestuosos leones de piedra, que hoy se encuentran en el museo alhambreño.

 La Torre de la Cautiva es la torre mejor conservada. 
Buen ejemplo de lo que es una vivienda andalusí con todas sus comodidades.

 Es un pequeño palacete con bancos a la entrada para los eunucos, patio interior con alcobas, entrada en recodo, fuente en el centro, ventanas a la Naturaleza (en este caso, el Generalife), piso superior para las damas.

 Arriba, terraza. El techo era de mocárabes y desapareció en un terremoto. Curiosa bóveda de entrada. 


   Se trata de una construcción de dos plantas atravesada por el foso y el adarve, y a la que se accede a través de un pasadizo que presenta una bóveda de mocárabes, pintada imitando ladrillos, única en la Alhambra.

 Este pasadizo conduce a una sala central rectangular, que posee cenadores en los lados menores, y sobre ella se encuentra una linterna cubierta de mocárabes.

 Alrededor de esta sala central, se abren ventanas al exterior situadas en tres salas laterales, estrechas y rectangulares. De estas tres, la que corre paralela a la muralla es mayor que las otras dos, y presenta dos arcos festoneados que permiten el paso hacia unas alcobas. 
 
 En este pequeño palacio encontramos una referencia para conocer cómo eran las viviendas aristocráticas árabes.

 En el siglo XVI se llamaba a esta torre de Ruiz y Quintarnaya, por ser éste el nombre de su habitante.

 A partir del siglo XVII debe su nombre a la leyenda de Washington Irving sobre las princesas Zaida, Zoraida y Zorahaida.

 La decoración que cubre esta torre es la más moderna de la Alhambra, y demuestra el decaimiento del arte nazarí, con motivos «pobres y repetidos», según Torres Balbás. 


  Las torres estrictamente militares estaban separadas del recinto urbano por la calle de ronda, de manera que el adarve discurría por encima de la muralla sin comunicación posible con la ciudad, además del paso obligado de este adarve por la habitación interior. 

Por el contrario las dos torres-palacios salvan esta calle mediante un puente o arco mientras que el adarve pasa por un túnel inferior al nivel del piso principal de las torres.


  De esta manera, la guardia que circulaba por el adarve pasaba por debajo de las torres-palacio sin molestar a los habitantes de estas torres.

 A diferencia de la Torre de la Cautiva, la Torre de las Infantas no sólo monta por encima del adarve sino también sobre el camino de ronda o foso.



 En este recinto, cerca del estanque, están los restos del Palacio de Yusuf III, que quiso evocar claramente a su predecesor de Comares, y que antes de la ruina fue residencia del gobernador de la Alhambra, el marqués de Mondéjar.



  La Madraza de Granada no es uno de los monumentos más conocidos y visitados de la capital granadina.
 Probablemente por que la posibilidad de ser visitada por el turismo es bastante reciente, de 2011, cuando tras varias restauraciones se abrió al público.



 La madraza o escuela coránica de Granada es obra de mitad del siglo XIV y tras diversos usos y cierres sucesivos durante cientos de años ha quedado muy transformada.



  Por fortuna, la espectacular sala de oración del conjunto se halla restaurada y en un aspecto asombrosamente atractivo.
 Es una estancia octogonal con diversas arquerías, un mihrab y ventanales de celosías sublimes.
 La mayor parte de los muros se encuentra cubiertos de yeserías polícromas con motivos geométricos, ataurique, epigrafía y mocárabes.
 Y ahora dediquemos un poco de tiempo a las leyendas, Granada y especialmente la Alhambra estan repletas de ellas.

No voy a extenderme mucho ya que hay tantas y variadas que el post sería larguísimo pero si que hay una en especial que me han pedido contar:

Dice la leyenda que, tan seguros estaban de su magneficencia que el día que alguien consiguiera tomar la llave que cuelga en el centro de la puerta de la Justicia se erigiría en dueño de Granada.

Esta es una de las múltiples versiones que cuentan los granadinos y sus leyendas, en concreto  esta me la contaron gentes de Las Alpujarras.

Si quereis conocer más leyendas al respecto aquí dejo estos enlaces:

http://www.alhambra.org/esp/index.asp?secc=/alhambra/alhambra_sus_leyendas

http://www.revistaiberica.com/ocho-leyendas-de-la-alhambra/

http://granadapedia.wikanda.es/wiki/Leyendas_de_la_Alhambra


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